Uno de los errores más frecuentes de emprendedores primerizos, es no ponerle un valor a su tiempo. En un emprendimiento, las cosas no suceden por sí solas. Si el emprendedor (o equipo emprendedor) no trabaja en la producción, venta y entrega de su propuesta de valor, deberá pagarle a alguien para que lo haga. Y ese simple ejercicio, pone de manifiesto el costo que tiene el tiempo volcado, para que las cosas sucedan.
El pensamiento más común de quienes emprenden, es que su remuneración está con las ganancias. Suele solamente considerar los costos más obvios que le significaron un desembolso efectivo de dinero. Pero se olvida que las ganancias vienen luego de considerar todos los costos, y la mano de obra es uno de ellos. Si no la consideran, esos costos están subvaluados.
He visto la cara de muchos emprendedores cuando descubren que si le ponen un precio (aunque sea mínimo) al tiempo que dedican a las labores directas de la empresa, al precio que venden el producto (muchas veces, precio de mercado), están perdiendo dinero. Es que existe un costo de oportunidad. Si esa ganancia ficticia (sin el costo del tiempo), el emprendedor la divide en el total de horas dedicadas al emprendimiento, y resultara que la “ganancia” por cada hora insumida fuera de USD1, ¿cuánto deja de ganar por esa misma hora en un empleo en relación de dependencia, de acuerdo a su formación y experiencia?
Ustedes me dirán que en la motivación por emprender, el dinero no lo es todo, y que existen otras motivaciones intangibles, como la vocación emprendedora o querer ser su propio jefe y tener independencia. Pero al final del día, tiene que haber negocio; tiene que haber ganancia, y eso solo sucede luego de considerar todos los costos.
La confusión viene dada por el hecho de que el emprendedor tiene, en realidad, 2 sombreros diferentes: el de emprendedor-empleado que trabaja directamente en el día a día del negocio; y el sombrero de emprendedor-empresario, que ayudó a crear la empresa y se mantiene como socio de la misma. Por el primer sombrero, debe fijarse un sueldo (aunque sea menor al que paga el mercado) por las horas de trabajo directo. Si trabajara 16 horas al día, cosa común en emprendimientos que recién comienzan, al menos debería computar 8 horas al costo. Y por el segundo sombrero, recibirá utilidades (si las hay) a fin de todo un ejercicio económico (12 meses, considerando meses buenos y meses malos), por el riesgo asumido como empresario.
En emprendimientos emblemáticos de Silicon Valley, los fundadores también reciben un sueldo. Marc Zuckerberg y Steve Jobs se fijaron un sueldo de 1 dólar, por supuesto compensados ampliamente por el valor de sus acciones en la bolsa. Pero esa realidad es lejana a los emprendimientos de latinoamérica. En Uruguay por ejemplo, los socios que trabajan (figurando en planilla) en la empresa, por ley no deben percibir una remuneración menor, al mayor sueldo pagado a otro empleado de la misma.
Otro indicador que puede ayudar a ponerle un precio a la hora trabajada por el emprendedor, son los laudos fijados por el Consejo de Salarios, producto de negociaciones colectivas que suceden en varios sectores. De esa forma, puedes comparar tu valor hora, con el valor hora que percibe un empleado en diversas ramas de actividad.
Lo que no debemos hacer, es dejar de calcular cuánto tiempo insumen las tareas (sobre todo las vinculadas a la producción, ventas y distribución) y ponerles un valor o precio a cada hora trabajada. Recordar siempre que si no lo hacemos nosotros, deberemos pagarle a alguien para que lo haga, y eso tiene un costo. Entonces, ¿cuánto vale tu tiempo?